Roberto Sánchez

Roberto Sánchez, conocido como Sandro, nació el 19 de agosto de 1945 en la maternidad Sardá, ubicada en Esteban de Luca 2151 del barrio de Parque Patricios, de la ciudad de Buenos Aires. Fue el único hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, ambos de origen español. Vivían en Valentín Alsina (partido de Lanús), donde transcurrió su infancia y adolescencia. Con el tiempo, se compró una mansión ubicada en la zona residencial de Banfield, ciudad cercana a su lugar de origen, en la que habitó hasta su fallecimiento.


Su abuelo paterno, de ascendencia húngara, pertenecía al pueblo rom, y se apellidaba Popadópulos. Sin embargo, al emigrar a España lo cambió por Rivadullas, nueva identidad con la que emigró hacia la Argentina. Esa herencia la adoptó Sandro, llegando a asumir el sobrenombre de Gitano.


Sus estudios primarios los realizó en la Escuela № 3 República de Brasil, en la calle Presidente Juan Domingo Perón 3018, de Valentín Alsina. Como muchos otros adolescentes y preadolescentes argentinos de esa época, se sentía fuertemente atraído por la música y las actuaciones del cantante estadounidense Elvis Presley, desde sus inicios en 1955-1957, a quien comenzó a imitar en su último año de asistencia a la escuela primaria.


Su primera actuación, que lo marcaría por el resto de su vida, fue el Día de la Independencia Argentina, el 9 de julio de 1957, en el acto de su escuela, cuando su maestra de 6º grado lo invitó a realizar su conocida imitación de Elvis, llevándose los aplausos y la ovación del público.


A los trece años abandonó sus estudios secundarios y comenzó a trabajar ayudando a su padre en el reparto de vino en damajuanas, luego de repartidor de una carnicería, trabajador a destajo de una farmacia y tornero. Compró a crédito su primera guitarra y en sus tiempos libres, se dedicó a aprender a tocarla y a perfeccionar sus pasos de baile en el escenario. Sus primeros aprendizajes se los debió a un amigo guitarrista llamado Enrique Irigoytía. Ambos formaron un dúo de voces y guitarras con el que comenzaron a participar en concursos de canto y realizar serenatas a pedido, en los que el joven Roberto Sánchez hacía versiones de boleros de moda, especialmente “Quién será”, del compositor Pablo Beltrán Ruiz. Inmediatamente lograron un gran reconocimiento y comenzaron a formar varios conjuntos. Del variado repertorio, Sánchez se encargaba de cantar los boleros, tangos y algo de rock and roll, mientras que Irigoytía cantaba las canciones litoraleñas y también rock. Algunos de los nombres de esas primeras bandas fueron “El Trío Azul”, integrado por Roberto Sánchez, Enrique Irigoytía y Agustín Mónaco, y el dúo “Los Caribes”, con su amigo Enrique Irigoytía.


El propio Sandro reflexionaba años después sobre su inicio en la música: “Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente.”


A comienzos de la década de 1960, Roberto Sánchez adoptó el nombre que le habían querido poner sus padres y las autoridades no permitieron, y a partir de entonces se presentó como Sandro. Su primera actuación con ese seudónimo fue en un local llamado “Recreo Andrés”, ubicado en la calle Cnel. Warnes, de Villa Jardín, partido de Lanús.


En los primeros años del rock, todavía no se había inclinado por las baladas románticas que un par de años después lo lanzarían al estrellato. Sin embargo, ya había logrado cierta popularidad con algunos simples de puro rock and roll cantados en castellano y que lo habían llevado a presentarse en televisión, donde se lo conoció por su vestimenta a lo Elvis y sus movimientos pélvicos.


Luego forma “Los De Fuego”, que eran cinco guitarristas, Roberto Sánchez, Enrique Irigoitía, Héctor Centurión, Armando Luján y Juan josé Sandri, y se presentaban en festivales de colegios, concursos, bailes.


Realizaron varias pruebas en compañías discográficas, pero fueron rechazados. De mucho insistir, Sandro logró registrar dos simples, sin su grupo: "¿A esto le llamas amor?" y "Dulce", que vendieron apenas dos mil copias. Los convenció de volver al estudio, pero con Los de Fuego. La primera grabación de la banda fue el 13 de noviembre de 1963 en los estudios CBS Columbia: "Hay mucha agitación", cover del hit de Jerry Lee Lewis. A partir de allí, comenzaría una carrera admirable: en total, grabó 52 discos y vendió 8 millones de copias ("Rosa, Rosa" alcanzó el millón y medio). Actuó también en 16 películas.


El desgaste de realizar hasta cinco shows por noche llevó a la disolución de Los de Fuego. Sandro cantó entonces acompañado por “The Black Combo”, editó algunos simples, un LP y abandonó el rock. Los Combos eran: Negro Orlando (guitarra), Adalberto Cevasco (bajo), Fernando Bermúdez (batería), Bernardo Baraj (saxo) y Miguel Abramec (percusión).


Con el dinero que comenzó a ganar con sus presentaciones y discos, Sandro alquiló en 1966, junto con otros roqueros argentinos, el local La Cueva, en la calle Pueyrredón 1723, del barrio de Recoleta, para formar un centro de reunión y difusión del rock argentino. La Cueva contrató a Litto Nebbia y Los Gatos como banda permanente del local, banda que poco después (1967) grabaría el tema «La balsa», dando origen a lo que ha dado en llamarse «rock nacional» argentino.


En 1972 fue el primer artista en cantar en el Luna Park de Buenos Aires, hasta entonces un ámbito exclusivamente boxístico, con un amplio éxito. En EE. UU. recibió el premio Grand Ball al cantante del año, y las llaves de la ciudad de Miami.


El Gitano se despegó de la rebeldía del rock original: su verdadero éxito estaba en lo romántico.


Lidió un duelo implícito con Palito Ortega: mientras el después Gobernador de Tucumán era el muchacho bueno, "el novio ideal para mi hija", Sandro representaba el amor salvaje, la pasión. Sus canciones más importantes son "Así", "Como lo hice yo", "Quiero llenarme de ti" y, por supuesto, "Rosa, Rosa". Su primera gran convocatoria fue durante los Carnavales de 1971, cuando cantó ante 60.000 personas en el estadio de San Lorenzo.

La leyenda dice que todo empezó cuando Sandro volvía en auto luego de dar un recital. Era una impresionante noche de luna llena. Estacionó en la avenida Pavón, entre las calles Quintino Bocayuva y Castro, del Barrio de Boedo, se bajó y les dijo a sus acompañantes que allí, en esa cuadra, se imaginaba un castillo resplandeciendo bajo la misma luz que plateaba la arboleda del barrio. Lo cierto es que, en 1980, Roberto Sánchez compró una propiedad ubicada en Pavón 3939, originalmente una casa chorizo con 8,66 metros de frente por 60 de fondo. Ordenó la demolición completa y él mismo hizo los planos del nuevo proyecto, aunque su vocación por el dibujo se había limitado, hasta entonces, a bocetos de vestuarios y coreografías. Roberto no tenía conocimientos específicos y sólo había completado la escuela primaria, pero leyó libros de Arquitectura, se sentó frente a un tablero de diseño y empezó a tirar líneas. Los planos, diseñados por Sandro pero supervisados y firmados por un arquitecto, fueron aprobados el 27 de noviembre de 1985. "Todos quieren tener un castillo y yo me hice uno en Boedo", decía. La construcción demoró unos doce años y el proyecto sobrevivió a las inestabilidades económicas del país. Con la obra terminada, ya en la “convertibilidad” (1 peso=1 dólar) de los años 90, Roberto Sánchez se dio cuenta de que le resultaba más barato ir a grabar a los Estados Unidos que hacerlo acá, por lo que el castillo fue destinado solamente a oficinas (suyas y de su manager Aldo Aresi) y a depósito de instrumentos, equipos musicales y escenografías de shows. Pablo Ferraudi, hijo de Olga Garaventa, la última mujer de Sandro, titular de la Escuela de Vinos de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), se asociaron para poner en valor el edificio y para desarrollar un nuevo proyecto, que se llama Centro de las Artes y Viticultura de la Argentina (CAVA) que actualmente su sede funciona allí.


Cuando se produjo el viraje, los rockeros no dudaron en despreciarlo. Lo calificaron de "producto comercial", de "meloso" y, por supuesto, de "grasa". Años después, el ambiente lo reconocería como un grande: “Lo que más atrajo siempre fue su personalidad enigmática, la ceja levantada, el tembleque de sus labios y sobre todas las cosas... el misterio que lo envolvía” (Patricia Sosa en Noticias, 11/07/93).


«Sandro es un verdadero maestro del rock, y eso poca gente lo sabe, porque después se dedicó a otro género, que lo hace muy bien también. Sandro es un gran rockero, fue un gran maestro para todos nosotros», explica Javier Martínez (V.Pintos, pág 71).


Charly García y Pedro Aznar lo invitaron en 1990 a cantar en su disco "Tango 4". En la ocasión, revivieron un clásico de Los Shakers, "Rompan todo".


En 1993 regresó a los escenarios con un recital llamado “Treinta años de magia” realizado en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. La afluencia de público lo llevó a realizar 18 presentaciones, superando el récord de 13 actuaciones para ese tradicional teatro que tenía la banda Soda Stereo, y reuniendo a 60.000 personas. Ese mismo año, la telenovela venezolana “El destino”, fue presentada con una versión de Sandro y Olga Guillot del bolero «Arráncame la vida», de Chico Novarro, convirtiéndose en un éxito. A fin de año recibió el Premio ACE de Oro de la Asociación de Cronistas del Espectáculo.


En 1998 presentó un nuevo espectáculo, “Gracias... 35 años de amores y pasiones”, que incluía un homenaje al cantor de tangos Alberto Morán, cantando el tango “Pasional”, y a Miguel de Molina, cantando “Te lo juro yo”. Simultáneamente, le rindieron un homenaje grupos y cantantes de rock, entre ellos, Bersuit Vergarabat, León Gieco, Molotov, Attaque 77, Los Fabulosos Cadillacs, Divididos, Aterciopelados, entre otros, en el CD que se tituló: “Tributo a Sandro, un disco de rock”.


En 1999, por su destacada trayectoria musical, le fue otorgado el Premio Carlos Gardel de Oro, en la primera edición del premio.


Luego de una larga enfermedad pulmonar, Sandro fue sometido a un doble transplante de pulmones y corazón, hacia fines de 2009. Permaneció internado en un sanatorio de Mendoza, donde murió la noche del 4 de enero de 2010.