Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, en una casa porteña de fines del siglo XIX con patio y un aljibe, dos elementos que se repetirán seguido en sus poesías. Su casa natal estaba en la calle Tucumán 840 en el barrio de San Nicolás. Pero su infancia transcurrió en una casa de la calle Serrano 2135, en el barrio de Palermo.
Su padre, Jorge Guillermo Borges, quien pertenecía a una familia de origen portugués, fue un abogado argentino, nacido en Entre Ríos, que se dedicó a dar clases de psicología. Era un ávido lector y tenía aspiraciones literarias que concretó en una novela “El caudillo” y algunos poemas; además tradujo a Omar Jayyam de la versión inglesa de Edward FitzGerald. Para 1970, Jorge Luis recordaba con estas palabras a su padre: «Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean, no sólo un medio de comunicación, sino símbolos mágicos y música».
Su madre, Leonor Acevedo Suárez, era porteña, aunque algunas fuentes la consideran uruguaya debido a que era hija de orientales. Aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras al español. En su casa se hablaba tanto castellano como inglés, por ende, Jorge Luis creció como bilingüe. Borges además tuvo una hermana, Norah, nacida el 4 de marzo de 1901.
Su relación con la literatura comenzó a muy temprana edad: a los cuatro años ya sabía leer y escribir. En 1905 comenzó a tomar sus primeras lecciones con una institutriz británica. Al año siguiente escribió su primer relato “La visera fatal”, siguiendo páginas del Quijote. Además, esbozó en inglés un breve ensayo sobre mitología griega. A los once años tradujo del inglés “El príncipe feliz”, de Oscar Wilde, texto que se publicó en el periódico “El País” firmado como Jorge Borges (h).
En el barrio de Palermo, que por aquella época era un barrio marginal de inmigrantes y cuchilleros, conoció las andanzas de los compadritos que después poblaron sus ficciones. Borges ingresó al colegio directamente en el cuarto grado. El inicio de su educación formal a los nueve años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para él, los compañeros se burlaban de aquel “sabelotodo”, que llevaba anteojos, vestía como un niño rico, no se interesaba por los deportes y hablaba tartamudeando.
En 1914 el padre de Borges se vio obligado a dejar su profesión, jubilándose de profesor debido a la misma ceguera progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría también a su hijo. Junto con la familia, viajó a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico especial. Para refugiarse de la Primera Guerra Mundial, la familia se instaló en Ginebra (Suiza), donde el joven Borges y su hermana Norah, asistirían a la escuela. Borges estudió francés y cursó el bachillerato en el Liceo Jean Calvin. El ambiente en aquel establecimiento, de inspiración protestante, era completamente distinto al de su anterior escuela de Palermo, sus compañeros, muchos de ellos extranjeros como él, apreciaban ahora sus conocimientos e inteligencia y no se burlaban de su tartamudez. Durante esa época leyó sobre todo a los prosistas del Realismo francés y a los poetas expresionistas y simbolistas, especialmente a Rimbaud. A la vez, descubrió a Schopenhauer, Nietzsche, Mauthner, Carlyle y Chesterton. Y con la sola ayuda de un diccionario aprendió por sí mismo el alemán y escribió sus primeros versos en francés.
Al final de la guerra, en 1919, la familia Borges marchó a España. Inicialmente se instalaron en Barcelona y luego se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad Borges escribió dos libros que no publicó: “Los ritmos rojos, poemas de elogio a la Revolución rusa” y “Los naipes del tahúr”, un libro de cuentos. En Madrid y en Sevilla participó del movimiento literario ultraísta, que luego encabezaría en Argentina y que influiría en su primera obra lírica.
El 4 de marzo de 1921, junto con su abuela paterna, Frances Haslam (quien se les había unido en Ginebra en 1916), sus padres y su hermana, Borges embarcó de regreso a Buenos Aires. El contacto nuevamente con su ciudad natal llevó al poeta a una relación exaltada de «descubrimiento». Así comenzó a dar forma a la mitificación de los barrios suburbanos, donde asentaría parte de su constante idealización de lo real.
Ya en Buenos Aires publicó en la revista española Cosmópolis, fundó la revista “Prisma” (de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en “Nosotros”, dirigida por Alfredo Bianchi. En 1922 visitó a Leopoldo Lugones junto a Eduardo González Lanuza para entregarle el último número de Prisma. En agosto de 1924 fundó la revista ultraísta “Proa” junto con Ricardo Güiraldes, aunque paulatinamente iría abandonando esa estética.
En 1923, en víspera de un segundo viaje a Europa, Borges publicó su primer libro de poesía “Fervor de Buenos Aires”, en el que se prefigura, según palabras del propio Borges, toda su obra posterior. Para la tapa su hermana Norah realizó un grabado. Se editaron unos trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son considerados tesoros por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones manuscritas realizadas por el mismo Borges. En este libro confesó que, finalmente, «las calles de Buenos Aires/ya son mi entraña». Son treinta y tres poemas heterogéneos que aluden a un juego de cartas (el truco), a Juan Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés; sin ahorrar el espacio para solazarse en un patio anónimo de Buenos Aires, «en la amistad oscura/ de un zaguán, de una parra y de un aljibe».
En los siguientes treinta años Borges se transformaría en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de América. Cansado del ultraísmo que él mismo había traído de España, intentó fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo, como “Hombre de la esquina rosada” y “El puñal”. Pronto se cansó también de este «ismo» y empezó a contemplar por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de producir durante dos décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones del siglo XX: “Historia universal de la infamia”,” Ficciones”, “El Aleph”, entre otros.
Más tarde colaboró, entre otras publicaciones, en “Martín Fierro”, una de las revistas claves de la historia de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. Esa revista polemizó respecto de sus escritores propios, que en el contexto de reunirse en confiterías de la zona céntrica como la denominada “Richmond” se conocieron como “Grupo Florida”, versus los escritores que publicaban en la Editorial Claridad y se reunían en el “Café El Japonés” identificados como “Grupo Boedo”, quedando dicha rivalidad en la historia de la literatura argentina, pese a que Borges le restaría posteriormente trascendencia. No obstante su formación europeísta, reivindicó sus raíces argentinas y en particular las porteñas, en poemarios como “Fervor de Buenos Aires” (1923), “Luna de enfrente” (1925) y “Cuaderno San Martín” (1929).
Los finales de los años 30, fueron funestos para Borges: primero vino la muerte de la abuela Fanny, y después la del padre. Borges debía mantener y sacar adelante a su familia. Con la ayuda del poeta Francisco Luis Bernárdez, consiguió en 1938 un empleo en la Biblioteca Municipal Miguel Cané, sito en la calle Carlos Calvo 4319 del barrio porteño de Boedo. Allí pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse los días entre libros, leyendo y escribiendo. Después, el mismo Borges sufrió un grave accidente, al golpearse la cabeza con una ventana, lo que lo llevó al borde de la muerte por septicemia y que, oníricamente, reflejará en su cuento “El sur”. Esos sueños de convaleciente le sirvieron para escribir páginas espléndidas; fantasiosas pero tramadas por su inconfundible mente lúcida y penetrante. Borges salió del trance afianzado en la idea que venía examinando desde hacía tiempo: que la realidad empírica es tan ilusoria como el mundo de las ficciones, pero inferior a este, y que sólo las invenciones pueden suministrarnos herramientas cognoscitivas confiables.
En 1940 publicó “Antología de literatura fantástica”, en colaboración con Bioy Casares y Silvina Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges el testigo de su boda. Prologó, además, el libro de Bioy Casares “La invención de Morel”.
En 1941 publicó “Antología Poética Argentina” y editó el volumen de narraciones “El jardín de senderos que se bifurcan”, obra con la que se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura. Al año siguiente apareció “Seis problemas para don Isidro Parodi”, libro de narraciones que escribió en colaboración con Bioy Casares.
Bajo el título “Poemas” (1923-1943) reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más los poemas publicados en el diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy Casares, la antología “Los mejores cuentos policiales”. Para esta época, Borges ya había logrado un espacio en el reducido círculo de la vanguardia literaria argentina. Su obra “Ficciones” recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
Los comienzos de la década de 1950 marcaron el inicio del reconocimiento de Borges dentro y fuera de Argentina. La Sociedad Argentina de Escritores, sito en la calle Uruguay 1371 de Barrio Norte, lo nombró presidente en 1950, cargo al que renunciaría tres años más tarde. Dictó conferencias en la Universidad de la República de Uruguay, donde apareció su ensayo “Aspectos de la literatura gauchesca”. También en ese mismo año se publicó en París la primera traducción francesa de su narrativa (Fictions) y en Buenos Aires la serie de cuentos “La muerte y la brújula”.
En 1952 aparecieron los ensayos de “Otras inquisiciones” y se reeditó un ensayo sobre lingüística porteña titulado “El idioma de los argentinos”, junto con “El idioma de Buenos Aires” de José Edmundo Clemente. Apareció también la segunda edición de “El Aleph”, con nuevos cuentos. Ese año también Borges publicó “El Martín Fierro”, ensayo que tuvo una segunda edición dentro del año. Bajo el cuidado de José Edmundo Clemente, la editorial Emecé comenzó a publicar sus Obras Completas.
En 1955, Borges fue designado Director de la Biblioteca Nacional (ubicada en la calle Agüero 2502 de Barrio Norte), cargo que ocuparía por espacio de 18 años. En diciembre de ese mismo año fue incorporado a la Academia Argentina de Letras. Publicó “Los orilleros”, “El paraíso de los creyentes”, “Cuentos breves y extraordinarios”, “Poesía gauchesca”, “La hermana Eloísa” y “Leopoldo Lugones”. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura Alemana y, luego, como Director del Instituto de Literatura Alemana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Borges se fue quedando ciego como consecuencia de la enfermedad congénita que había ya afectado a su padre. Esto no le impidió seguir con su carrera de escritor, ensayista y conferencista, así como tampoco significó para él el abandono de la lectura, pues hacía que le leyesen en voz alta, ni del aprendizaje de nuevas lenguas. El haber sido nombrado director de la Biblioteca Nacional y, en el mismo año, comprender la profundización de su ceguera fue percibido por Borges como una contradicción del destino: “Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca…”. Entonces escribió el Poema de los dones»:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
En 1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, paralelamente, solicitó su jubilación como director de la Biblioteca Nacional.
En 1975 falleció su madre, a los noventa y nueve años. A partir de ese momento Borges realizaría sus viajes junto a una exalumna, luego secretaria y, por último, en la vejez de Borges, su segunda esposa, María Kodama.
En 1986, al conocerse enfermo de cáncer y temiendo que su agonía fuese un espectáculo nacional, fijó su residencia en Ginebra, ciudad a la que lo unía un profundo amor y a la cual Borges había designado como una de sus patrias. El 26 de abril se casó, con María Kodama, en Paraguay. Falleció el 14 de junio de 1986 a los 86 años víctima de un cáncer hepático y un enfisema pulmonar.
En febrero de 2009, se presentó un proyecto para trasladar sus restos al cementerio porteño de la Recoleta. Pero su viuda se opuso y, finalmente, el proyecto quedó desechado.
Borges nunca escribió una novela. A quienes les reprocharon esa falta, Borges respondía que sus preferencias estaban con el cuento, que es un género esencial, y no con la novela que obliga al relleno. En el prólogo de Ficciones afirmó que era un «desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos»
Referencias:
Pascual, A.M. 2000. Jorge Luis Borges. Editorial Océano, S.L., Barcelona. ISBN 84-494-1810-0
https://www.cultura.gob.ar/que-leia-jorge-luis-borges_6332
https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luis_Borges
06/2021