Horacio Arturo Ferrer Ezcurra, nació en Montevideo el 2 de junio de 1933. Su padre, Horacio Ferrer Pérez, era uruguayo y profesor de Historia. Y su madre, Alicia Ezcurra Franccini, era argentina, sobrina bisnieta de Juan Manuel de Rosas. Su madre y su abuelo materno eran aficionados a la poesía y habían conocido personalmente a Rubén Darío, Amado Nervo y Federico García Lorca. De su madre aprendió a recitar poesías, quien a su vez había aprendido de Alfonsina Storni. Ese recitado poético aplicado a las canciones que componía será una de sus grandes innovaciones en la cultura rioplatense.
Realizó sus estudios de Arquitectura en la Universidad de la República durante ocho años, aunque no llegó a finalizar dicha carrera. Pero obtendría un buen empleo en esa casa de estudios, siendo designado secretario de la misma, que junto a su trabajo como periodista del diario El Día de Montevideo, le garantizaron estabilidad económica.
En la década del 50, con poco más de veinte años, fue uno de los realizadores del programa Selección de Tangos, en la radio montevideana, con el fin de defender las nuevas tendencias tangueras y del grupo” El Club de la Guardia Nueva”, para organizar recitales, en Montevideo, de los músicos que estaban revolucionando el tango, tales como Aníbal Troilo, Horacio Salgán y Ástor Piazzolla, quien era por entonces líder del famoso “Octeto Buenos Aires”. A partir de entonces Ferrer dirigió programas radiales de tango por el Sodre, la cadena oficial radial uruguaya.
En la misma época fundó y dirigió la revista “Tangueando”, ilustrada y redactada por él. A fines de la década del 50, formó parte de una pequeña orquesta de tango como bandoneonista y publicó su primer libro: “El Tango: su historia y evolución”, en 1959.
En 1961 el Teatro Circular de Montevideo estrenó su obra (en colaboración con Hugo Mazza) “El Tango del alba”, que se inspiraba en la vida de Ángel Villoldo, creador del tango El Choclo, estrenado en 1903. En 1964 publica “Discepolín, poeta del hombre de Corrientes y Esmeralda” y en 1965, “Historia sonora del tango”.
En 1967, con 34 años, publica su primer libro de poemas: “Romancero canyengue”. La poesía de Ferrer era innovadora y llamativa. Utilizaba palabras inventadas y giros inusuales. El libro fue muy bien recibido tanto en Montevideo como en Buenos Aires. Troilo, Piazzola, Mario Benedetti, Cátulo Castillo, Homero Espósito, elogiaron la obra. Varias críticas literarias sostuvieron que el libro marcaba el nacimiento de un nuevo lenguaje en el tango.
En ese libro incluyó el tango "La última grela", tal como le había sugerido Aníbal Troilo y con la intención de que este lo musicalizara. Pero finalmente no fue Troilo sino Ástor Piazzolla quien lo hizo y se fijó en su poesía. Es en ese momento que Ferrer decide trasladarse a Buenos Aires. En una entrevista contó que después de la aparición del libro, Piazzolla lo fue a buscar y le dijo: “Si no venís a trabajar conmigo sos un imbécil”.
A fines de 1967 ya estaba radicado en Buenos Aires, en una casa ubicada en Lavalle 1447, quinto A, en el barrio de Tribunales ,que era la casa histórica de la familia Ezcurra a la que pertenecía su madre, a una cuadra de la avenida Corrientes, corazón del mundo del espectáculo porteño.
Inmediatamente inició el trabajo con Piazzola que lo haría famoso. Piazzola venía buscando un poeta con quien crear obras poético-musicales. Cuenta Ferrer: Piazzolla colaboró con varios, con Borges inclusive, pero no era lo que él quería, entonces me buscó y me dijo: "quiero que trabajes conmigo porque mi música es igual a tus versos".
El resultado fue la creación de la operita (opera-tango) “María de Buenos Aires”, estrenada en 1968 en la Sala Planeta de Buenos Aires, con Héctor de Rosas y Amelita Baltar como cantantes, y el mismo Ferrer en el papel de El Duende, recitando.
La obra fue una sensación. Con el paso de los años, se convirtió en la obra dramática más puesta en escena del teatro argentino en toda su historia, presentándose en 75 ciudades en 25 países. Ferrer, en 1996, realizó una gira mundial con la operita, dirigida por Gidon Kremer, con las voces de Julia Zenko y Jairo, luego reemplazado por Raúl Lavié.
Ya durante las presentaciones de María de Buenos Aires, Piazzolla y Ferrer comienzan a componer canciones de tango con una estética completamente renovada. Entre ellas, componen, en 1969, "Chiquilín de Bachín", a partir de un valsecito infantil compuesto por Piazzola y al que Ferrer le aportó una letra inspirada en los niños de la calle que vendían flores en los restaurantes de la zona de teatros de la avenida Corrientes, a los que los artistas iban luego de las funciones. En este caso, el célebre bodegón Bachín, ya demolido, que se encontraba ubicado en la calle Sarmiento, casi esquina Montevideo.
En el segundo semestre de 1969, Ferrer le lleva a Piazzola una frase: "ya sé que estoy piantao...". Así surgió una de las canciones más populares de la música argentina, que además sacudiría los fundamentos de la canción rioplatense. El resultado fue una balada con ritmo de valsecito y dos recitados hechos a la medida de la expresividad de Amelita Baltar, por entonces esposa de Piazzola. El recitado, que ya había aparecido en “María de Buenos Aires” y que se repetiría en sus creaciones, es una de las grandes innovaciones de Ferrer para sacudir la estructura tradicional de la canción rioplatense.
“Balada para un loco” se convirtió en un éxito popular inmediato y ha quedado como una de las canciones más famosas de la música latina de todos los tiempos. Gracias a la importancia cultural de la canción, en 2012, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires estableció por ley 4179 denominar a la esquina de Corrientes y Callao, como "Esquina Horacio Ferrer", colocándose allí una placa que así lo indica.
Entre las canciones escritas por el dúo Piazzolla-Ferrer en ese momento se encuentran "Balada para mi muerte", "Canción de las venusinas", "La bicicleta blanca", "Juanito Laguna ayuda a su madre" y "Fábula para Gardel", grabadas en el álbum Astor Piazzolla y Horacio Ferrer en persona, lanzado en 1970. En total compusieron juntos más de 40 tangos.
En 1970 escribió el “Libro del tango: arte popular de Buenos Aires”. La edición ampliada de 1980, en tres tomos, de más de dos mil páginas, es una de los estudios más profundos realizados sobre el tango y obra de consulta obligada. El tomo 1, está dedicado a la "Crónica del tango", mientras que los tomos 2 y 3 son un diccionario del tango.
En 1976 decidió mudarse a vivir en el Hotel Alvear, sito en Av. Alvear 1891, en el barrio de Recoleta, lugar en el que residirá en adelante. Ferrer ha dicho que amaba el barrio en el que vivía, por razones familiares, porque su abuelo está enterrado en el Cementerio de la Recoleta y porque su madre jugaba en la Plaza Francia, pero también por las características sociales y urbanísticas del barrio.
En 1982 conoció a la pintora Lulú Michelli quien fuera su pareja. Se conocieron en el bohemio Bar “La Poesía” que se encuentra en la esquina de Chile 502 (y Bolívar), en el barrio de San Telmo. Una de las mesas del bar recuerda el hecho con una inscripción que dice: "En esta mesa la artista plástica Lulú Michelli conoció al poeta Horacio Ferrer en un amor que aún perdura. Junio de 1982".
En 1985 recibió el Premio Konex - Diploma al Mérito, como uno de los 5 Autores de Tango más importantes de la década en Argentina, galardón que volvió a recibir en 2005.
En 1990 Ferrer concretó su proyecto de crear la Academia Nacional del Tango, el 28 de junio de 1990, por Decreto 1235/1990 del Poder Ejecutivo Nacional, presidiéndola desde ese momento. En ese lapso, impulsó varias acciones: en 1993 la Academia se instaló en el Palacio Unzué, Avenida de Mayo 833, su entrada está continua al Café Tortoni (Av. De Mayo 825), en el barrio de Montserrat. Desde ese entonces el palacio fue renombrado como Palacio Carlos Gardel, que en el año 2000 adquirió en propiedad gracias a un subsidio del Estado Nacional. En su interior organizó la Biblioteca del Tango y en 1995 abrió el Liceo Superior del Tango y cursos de baile. Desde su inauguración la Academia ha fundado otras 30 academias en diferentes países para difundir y estudiar el tango internacionalmente.
En 2003 la Academia inauguró el Museo Mundial del Tango con entrada por la calle Rivadavia 830 del Palacio Carlos Gardel, sobre la base de una idea y proyecto arquitectónico propios y del guion histórico basado en el libro “El siglo de oro del tango”, de Ferrer.
En 2007, luego de un año de trabajo, terminó de componer la ópera “El rey del tango en el reino de los sueños”, con Raúl Garello.
Ferrer falleció a los 81 años la tarde del 21 de diciembre de 2014 a raíz de una complicación cardíaca, estaba internado en el Sanatorio Güemes.
Fue velado en el salón "Montevideo" del Palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Sus restos fueron cremados en el Cementerio de Chacarita y sus cenizas dispersas en el Río de la Plata, entre su Uruguay, donde naciera, y la Buenos Aires donde viviera sus últimos cuarenta y seis años.
Referencias:
Susana Espósito y Luis Leoz (2006). «Entrevista a Horacio Ferrer». Conozca Recoleta.
EGC (14 de febrero de 2007). «Entrevista a Horacio Ferrer: “Los poetas malditos franceses inventaron las letras de tango”». El Litoral. Archivado desde el original el 22 de diciembre de 2014.
https://www.cultura.gob.ar/horacio-ferrer-el-dandy-que-renovo-la-cancion-y-poesia-rioplatense-9069/