Felicitas Guerrero

Felicitas Guerrero, nacida como Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto fue una adinerada dama porteña, considerada en su época como la "mujer más bella de Argentina", cuya vida terminaría de forma trágica, inspirando la imaginación de diversos escritores y alcanzando status de leyenda de Buenos Aires.


Nació el 26 de febrero de 1846 en Buenos Aires, fue la primogénita de once hijos del matrimonio formado entre el español, oriundo de Málaga, Carlos José Guerrero y Reissig​ y de Felicitas Cueto y Montes de Oca.


Sus abuelos paternos eran los malagueños Antonio Guerrero (m. 1818) y Antonia Reissig Ruano,​ tía del empresario industrial Eduardo Huelin Reissig y descendiente del linaje Reissig de Hamburgo del Imperio Germánico, instalado en Andalucía desde el siglo XVIII—, quien fuera un comerciante naviero, además de administrador de uno los campos de la familia Álzaga, en la provincia bonaerense.​ Por el lado materno, era nieta de Manuel Cueto de la Mata y Catalina Montes de Oca.


Felicitas Guerrero y Cueto contrajo matrimonio el 2 de junio de 1864​ con Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente, hermano de Ángela Isaura​ —enlazada en segundas nupcias el mismo año con el hacendado José Gregorio de Lezama—, y primogénito del general Félix de Álzaga, además de ser nieto del vasco-español Martín de Álzaga, último alcalde realista de Buenos Aires, que fue un héroe de las invasiones inglesas, pero que fuera fusilado dos años después de los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo.


Felicitas había rogado a sus padres que no le concedieran su mano a Álzaga, debido a la gran diferencia de edad con su pretendiente: ella tenía 18 años y él 50. Pero su padre se negó considerando propicia la unión, ya que su futuro esposo poseía varias extensiones de tierras y gran riqueza.


Del matrimonio entre Martín Gregorio de Álzaga y Felicitas Guerrero nacerían dos hijos, pero ninguno sobreviviría la temprana infancia: Félix Francisco Solano de Álzaga Guerrero, quien falleciera a los tres años debido a la fiebre amarilla que asolaba a la ciudad en ese entonces. Y Martín de Álzaga Guerrero quien falleciera al nacer, al día siguiente de enviudar Felicitas.


El 1° de marzo de 1870 fallecería Martín de Álzaga, cuando ella tenía 24 años y un avanzado estado de embarazo que perdería al día siguiente. Álzaga la había nombrado heredera de todos sus bienes. Su belleza y su riqueza se constituían en razones más que suficientes para ser una de las mujeres más solicitadas por diversos pretendientes, que compartían junto a ella veladas en los salones literarios. Entre ellos se encontraba Enrique Ocampo Regueira—tío abuelo de la escritora Victoria Ocampo—, que la conocía y pretendía desde antes de su matrimonio.


En noviembre de 1871, Felicitas y unos amigos que se encontraban en la estancia “Laguna de Juancho” —que tenía salida al mar y estaba ubicada en el actual partido de General Madariaga, decidieron viajar hacia «La Postrera» en el actual partido de Castelli​, estancia que el fallecido Álzaga había comprado a la viuda de Ambrosio Crámer y que era ahora herencia de Felicitas.​


En el trayecto, el grupo fue sorprendido por una tormenta que oscureció de repente el cielo, provocando que el cochero perdiera su rumbo. Felicitas Guerrero, entonces, hizo detener el carruaje y de pronto un jinete se acercó a socorrerlos, diciéndole: "Es mi estancia, que es la suya, señora". El hombre que los había auxiliado era el joven Samuel Sáenz Valiente, dueño de las tierras en donde se habían extraviado. Felicitas y su pareja amiga se refugiaron en esa estancia. Samuel la halagó y atendió con tal caballerosidad que provocó que la joven viuda se enamorara de él.


Al poco tiempo, empezaría a correr el rumor de que la joven había encargado un vestido a París, y sería de la propia boca de Felicitas que Ocampo escucharía sobre la confirmación de sus sentimientos hacia Sáenz Valiente y su negativa ante sus propuestas. Desde ese momento comenzaría a sufrir el acoso del pretendiente despechado.


En enero de 1872, Felicitas estaba muy atareada por los preparativos de su boda y por la inauguración de un puente de hierro del Ferrocarril del Sud sobre el río Salado, en la vecindad de su estancia «La Postrera». La empresa ferroviaria era de un acaudalado hombre de negocios y propietario rural británico, Edward Lumb, siendo su primer gerente general Edward Banfield, cuya corporación estaba integrada por británicos y argentinos, siendo garantes, y algunos de ellos, directores también, José Gregorio de Lezama, Ambrosio Plácido de Lezica, Federico Elortondo, Thomas Armstrong, George Drabble, Henry Harratt, John Fair y Henry Green.


La inauguración del puente era uno de los principales actos conmemorativos de la batalla de Caseros, que había derrocado al brigadier general Juan Manuel de Rosas veinte años atrás. El puente, que llevaría el nombre de Ambrosio Crámer —un estanciero unitario revolucionario de los Libres del Sur que había sido degollado por los federales rosistas— era importado por el ingeniero Luis Augusto Huergo desde el Reino Unido y se extendería unos ciento setenta metros, siendo una importante insignia del progreso. Felicitas había sido nombrada madrina de la obra: ya que su difunto marido, Martín de Álzaga, también había participado de aquel movimiento anti-rosista.


El 29 de enero, Felicitas arribó a tiempo para su fiesta de compromiso en la quinta de Barracas tras hacer compras en el centro de Buenos Aires. Al llegar, su tía Tránsito Cueto le avisó que allí se encontraba Ocampo y que deseaba hablar con ella. Ocampo había estado bebiendo en la «Confitería del Gas», ubicada en la esquina de las actuales calles Rivadavia y Esmeralda de la actual Plaza Roberto Arlt, y se había presentado en la quinta insistiendo que le urgía verla.​ Felicitas le rogó a Tránsito que lo despidiera con cualquier excusa. Finalmente accedió y le solicitó a su tía que indicara a Ocampo que la esperase en la sala de invitados o en su escritorio.


Tras subir a sus habitaciones para dejar sus pertenencias y colocarse el vestido elegido para la fiesta, Felicitas bajó a saludar a su familia y a su prometido y luego se presentó en el jardín donde se hallaban los invitados. Pidió que la excusaran ya que estaba aguardándola Ocampo, ofreciéndose sin éxito su amiga, Albina Águeda Casares y Rodríguez Seguí, para acompañarla. Su hermano Antonio Guerrero (de 14 años de edad) y su primo Cristián Demaría (de 22 años) la escoltarían en secreto y escucharían a través de la ventana del jardín para protegerla.


La reunión con Ocampo pronto se tornó violenta y se lo oyó gritar: "¿Te casás con Samuel o conmigo? Ocampo sacó un arma Lefaucheux calibre 48 de su bolsillo. Felicitas trató de escapar a través del jardín ubicado entre la mansión y el oratorio familiar —la actual sacristía de la iglesia Santa Felicitas—, pero él le disparó por la espalda, hiriéndola a la altura del omóplato derecho.

Ocampo acabó muerto, sin que se esclarezca si por mano propia o asesinado por parientes de su víctima. Algunas versiones apuntaron a Demaría o a los hermanos de Felicitas, o incluso a una legítima defensa por parte de un caballero presente en la fiesta. Tras tomar declaraciones, el juez de la causa, el doctor Ángel Justiniano Carranza, lo declararía "suicidio". Felicitas fue asistida por los doctores Manuel Blancas y Mauricio González Catán. ​La bala había dañado seriamente la médula espinal y varios órganos y fallecería en la siguiente mañana, el 30 de enero de 1872.​


Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la Recoleta.​ El día del funeral también enterraban allí a Ocampo, y ambos cortejos se encontraron en la entrada del lugar, ya que era el cementerio de las familias acaudaladas de la época.


La noticia del hecho horrorizó a la sociedad porteña. Al no tener hijos que la sobrevivieran, los padres de Felicitas fueron los únicos herederos de la fortuna que ella misma heredara de su difunto esposo. En su memoria, decidieron construir una iglesia en el mismo lugar en donde había fallecido. Dicha iglesia aún se alza en los terrenos que fueron la quinta de los Guerrero, en la calle Isabel La Católica 520, entre Brandsen y Pinzón, frente a la Plaza Colombia, en el barrio de Barracas. Existe el mito de que debido a la tragedia del asesinato de Felicitas y la muerte de su hijo Félix, nadie ha querido casarse o bautizar a sus hijos en esa iglesia. En verdad, el motivo es que la iglesia no es una parroquia, por lo cual no está autorizada para impartir sacramentos. En las rejas de la iglesia es frecuente ver atadas cintas blancas. Se trata de pedidos de amor encomendados a Felicitas.


La trágica y prematura muerte de Felicitas Guerrero impulsó a sus padres a encarar una tarea solidaria y a cursar un destino diferente al gran predio en el que habitaba su hija: "Una congregación de sacerdotes Lourdistas, que había llegado a estas tierras, se contactó con los padres de Felicitas, quienes les donaron este terreno para que levantasen un colegio y les solicitaron, como contraprestación, la entrega de becas para niños que no tenían recursos para estudiar", relata explica Norma Demicheli, profesora de Historia y responsable de las visitas guiadas del Complejo Histórico Santa Felicitas. Además de esa casa de estudios, se construyó un comedor para ser utilizado por los obreros de la pujante zona en la que se instalaban, a fines del siglo XlX, numerosas industrias dada la cercanía con el puerto y el acceso rápido al sur provincial.


Desde hace unos años, se puede acceder a estas construcciones históricas, con visitas guiadas, con entrada por la calle Pinzón 1480. El mismo está conformado por: la Iglesia Santa Felicitas, el antiguo Oratorio de Álzaga, los Túneles de 1893, y el Templo Escondido.


La historia de Felicitas Guerrero también se ha trasladado al cine y al teatro. En 2001, Alexis Puig dirigió el documental “El retrato de Felicitas”. Asimismo, en 2009 se estrenó la película “Felicitas”, dirigida por Teresa Costantini, también basada en la vida de Felicitas.


En el año 2015, se estrenó “La bella en su jaula”, de Rubén Mosquera, enfocada en la última noche de Felicitas antes de su asesinato. La obra ha regresado a los escenarios frecuentemente.


Lo que sucedió en torno a la muerte de Felicitas Guerrero es, en gran medida, un enigma. Su muerte conforma una de las novelas más intrigantes de la historia argentina con indicios que hoy la vincularían con un femicidio que, en ese entonces, nadie supo, o quiso, descifrar. Lo cierto, es que su historia y su mística conforman un gran componente de una de las leyendas más atrapantes e históricas de Buenos Aires.

Referencias y Fotografías:


https://es.wikipedia.org/wiki/Felicitas_Guerrero

Balmaceda, Daniel; en Historias inesperadas de la Historia Argentina. Tragedia, misterios y delirios de nuestro pasado (Ed. Sudamericana, año 2011).

Calvo, Carlos; en Nobiliario del Antiguo Virreynato del Río de la Plata (Buenos Aires, año 1924).

Cutolo, Vicente; en Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (Ed. Elche, Buenos Aires, 1968).

Herrera Vegas, J. y Jáuregui Rueda, Carlos; en Familias Argentinas (Ed. Callao 1823, Buenos Aires, año 2003).

Lozier Almazán, Bernardo; en Martín de Álzaga (Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, año 1998). ISBN 987507-043-2

Pérez Calvo, Lucio Ricardo; en Genealogías Argentinas (v. I, p. 358, año 2000).

Puccia, Enrique Horacio; en Historia de la Calle Larga (Ed. Adrogué Editora, p. 286, año 1983).

https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/untemplo-escondido-tuneles-ocultos-fantasma-felicitas-nid2301770/


06/2024