Avenida Caseros

La avenida Caseros es una de las más importantes arterias del sur de la ciudad de Buenos Aires. Marca la frontera entre dos barrios: una vereda, cuya paralela es Brasil, pertenece a San Telmo; en la otra, cuya paralela es Finochietto (ex Patagones), se inicia Barracas.


En su larga historia, antes de convertirse en esta importante vía, fue escenario de hechos que marcaron la historia de nuestro país. Desde los enfrentamientos entre los pueblos originarios y los españoles en la primera fundación de Buenos Aires de 1536, hasta las luchas que se produjeron durante las invasiones inglesas en 1806 y 1807.


A principios del siglo XIX se la conocía como “Zanjón de las quintas” debido a la presencia de elegantes casas de fin de semana de las clases acomodadas, que estaban ubicadas, en ese entonces, en un extenso paisaje arbolado.


El 25 de agosto de 1857, por ordenanza municipal se le otorgó su nombre actual en alusión a la batalla de Caseros, ocurrida en 1852. En esta batalla el “Ejército Grande”, integrado por el imperio de Brasil y Uruguay (en ese entonces La Banda Oriental), junto a exiliados porteños que se alojaban allí, Entre Ríos y Corrientes, presentaron batalla bajo las órdenes de Justo José de Urquiza para vencer al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.


A mediados del siglo XIX se darían los cambios más significativos en las cercanías a esta vía que terminarían configurando el horizonte que llega a la actualidad: se instalaron hospitales, mataderos, saladeros, pulperías, corrales, fábricas y los depósitos de ferrocarriles, modificando paulatinamente su paisaje campestre.


Además, fue escenario de la novela “Amalia” de José Mármol, dando lugar también a otro paisaje que retrata Esteban Echeverría en su relato “El Matadero”.


Cuando las aristocráticas quintas y sus habitantes se alejaron de allí rumbo a otras áreas, comienza a producirse el loteo de edificios y sus parques que daría lugar a fachadas y escenarios urbanos cuyos habitantes comenzaron a ser principalmente inmigrantes.


Actualmente, la avenida Caseros luce un particular atractivo en el que se observa una arquitectura que mezcla con singular encanto diversos estilos de origen europeo, sumados a sus árboles de tilos, palmeras y parques frondosos.


Es precisamente en la calle Defensa donde nace la Avenida, partiendo del Parque Lezama en donde se encuentra el Museo Histórico Nacional, que fuera la antigua quinta de Gregorio Lezama hacia el año 1850, y que es el límite de los barrios de San Telmo y Barracas. Su sentido corre de este a oeste.


La marca que le otorgó la corriente inmigratoria que trajo sus influencias estéticas y sus técnicas constructivas se perciben aún hoy otorgándole un paisaje característico. Algunos de sus edificios se convirtieron en íconos, tales como la edificación de la vereda de la orilla de Barracas, la construyó el arquitecto Christian Schindler que, a su vez, fue autor de muchas obras de la Avenida de Mayo, en 1912. Esa simetría es un sello característico de esta zona porteña: 120 metros de fachada, desde Defensa hasta Bolívar y, en las dos esquinas, un piso más alto con cúpula. La mandó construir el dueño de esos lotes, Alberto Anchorena, para alojar a los directivos ingleses de los Ferrocarriles del Sur. Por eso se la llamó la “quinta de los ingleses” o “conventillo de los ingleses”.

Esta primera sección de la Avenida de poco más de 500 metros, entre Defensa y Bernardo de Yrigoyen, se caracteriza por conservar algunas residencias aristocráticas de comienzos del siglo XX que permanecen en pie. En aquellos tiempos la zona era aún preferida por la clase alta, y de ello quedan testimonios tanto de casonas imponentes como edificios de departamentos de lujo, que luego quedaron en muchos casos desvalorizados. Sin embargo, desde hace algunos años se ha comenzado un proyecto tanto de intereses inmobiliarios como del Gobierno de la Ciudad para poner en valor el lugar, recuperando varios edificios y construyendo un pequeño boulevard con farolas de estilo clásico, que fue inaugurado en marzo de 2007. 


A las pocas cuadras cruza bajo la Autopista Pte. Frondizi y se interrumpe al chocarse con la Estación Plaza Constitución, terminal del Ferrocarril General Roca, para resurgir nuevamente desde la calle Paracas, del otro lado de la estación, bordeando el Parque España, donde se abre la Avenida Amancio Alcorta. Allí está el Hospital Británico, en el cruce con la calle Perdriel.


Al cruzar la Avenida Entre Ríos se ingresa en el barrio de Parque Patricios y comienza un tramo adornado por una densa arboleda. Allí están el Hospital Udaondo, el Parque Ameghino y tras él el Hospital Muñiz y el antiguo edificio que fuera la Cárcel de Caseros.


En la intersección con la Avenida Jujuy se encuentra la Estación Caseros de la Línea H del Subte de Buenos Aires. Allí está la Capilla de Nuestra Señora de Luján y su colegio, y más adelante la Casa de Tomás Espora (hoy Museo Naval Tomás Espora) y la Iglesia Santuario de San Antonio de Padua (en el cruce con la calle Lavardén). Este sector es particularmente comercial, ya que la Avenida Caseros es la arteria principal del barrio.


El cruce con la calle La Rioja se considera el centro neurálgico comercial de Parque Patricios. Allí está la Plazoleta Corrales Viejos con el monumento a Monteagudo, y comienza el Parque de los Patricios. Frente al mismo se alza la Casa Colectiva Valentín Alsina, que fuera el primer edificio de vivienda social construido por la Comisión Nacional de Casas Baratas, en 1919.

En el número 3159 de la Avenida Caseros, con un amplio frente que da a la avenida, y en la manzana de casas que también delimitan las calles General Urquiza, Rondeau y 24 de noviembre, tiene su sede el Club Atlético Huracán.

El parque termina en la Avenida Almafuerte y a partir de allí comienza a disminuir progresivamente la densidad edilicia y comercial de la Avenida Caseros, que actúa como límite entre los barrios de Nueva Pompeya y Boedo.


Luego de cruzar las avenidas Sáenz y Boedo, Caseros posee veredas más anchas y árboles más jóvenes, y predominan las casas bajas unifamiliares. En el cruce con la calle Alagón está el Ateneo 26 de Julio, de la Unión Cívica Radical.


La Avenida Caseros termina en la Avenida La Plata, continuando con el nombre de Avenida Cobo hacia el oeste y el barrio de Parque Chacabuco.


La magia de esta zona siempre ejerció una especial atracción en personalidades vinculadas al arte y la cultura como Cecilio Madanes, Josefina Robirosa, Roberto Aizemberg, Alejandro Puente, Pérez Celis, entre otros, quienes se rindieron a los encantos del lugar y lo han elegido para trabajar o como residencia permanente. La escritora Alina Diaconú acercó una observación que imprime el sello del lugar: «Es rarísimo, todos los extranjeros le encuentran parecidos diferentes. Algunos dicen que es como París, otros como Madrid, Alemania o Praga”.


Volviendo a la zona del boulevard, más precisamente entre Defensa y Bolívar, en los últimos tiempos se ha desarrollado un oasis culinario. En tan sólo cien metros, varios locales dan vida a una de las cuadras más parisinas de la Ciudad.


Casi en la esquina, llegando a Bolívar, medio escondido tras una fachada de blanco inmaculado, se encuentra “El + acá Club Cultural”. Un elegante edificio del año 1929, que requirió cuatro años de restauración, para lucirse, actualmente, con un restaurante muy luminoso. Además, el centro cuenta con una galería de arte, una librería, y salones multiuso donde se dan clases de yoga, talleres literarios, entre otras actividades culturales. Para los días soleados, el patio, ubicado en el fondo del local, tiene mesas y plantas que prometen un ambiente calmo y “un afuera” sin ruidos urbanos molestos.


En la esquina de Av. Caseros y Bolívar se encuentra “La Popular de San Telmo”, este es un bodegón con onda palermitana. El salón está decorado con sifones antiguos y banderines, en un ambiente agradable con platos bien caseros. En la puerta, una pizarra invita a probar los diecinueve estilos de tortilla de papa que ofrecen, entre los que se destacan la de langostinos, morcilla y de ciervo.


Pero si hablamos de los iniciales, fue “Caseros” el primero en plantar bandera en la zona. El salón es muy luminoso gracias a enormes ventanales que permiten ver desde el interior las mesitas blancas de la calle. La cocina es porteña, o “con diferentes raíces inmigrantes”. Coletazos de corriente italiana, española y el mix porteño. El ambiente es muy tranquilo, con música suave que se disipa con los altos techos.


Como en todo circuito gastronómico, también figura una cervecería. On Tap Craft Beer se presenta con su oferta de 20 canillas de cerveza artesanal, 100% nacional, incluidas las de la Patagonia. La comida es pensada en función del maridaje con cerveza: hamburguesas caseras preparadas con distintos cortes de carnes, platos vegetarianos y veganos, papas rústicas, alitas de pollo, entre otros.


Pegadito se encuentra la única heladería de la cuadra: “El Fundador”. Esta empresa, establecida en 1914, ofrece cremas y postres helados artesanales. La pizarra muestra al menos sesenta sabores, entre los que se destacan algunos exóticos.


También se encuentra el restaurante “Hierbabuena”, un espacio con mesas rústicas en la vereda, y un salón decorado como bodegón antiguo. El menú es vegano, apto para celíacos. Aunque tienen una mínima propuesta que incluye pollo y salmón, el corazón del local es verde. La gran mayoría de los productos son elaborados con mercadería orgánica. Pared de por medio está el market, una encantadora tienda que ofrece una variada pastelería, pasta seca italiana, panes, especias, aceites importados y muchas delicadeces más.


También se encuentra el “Club Social De Luxe” para deleitar al barrio con una cocina americana-francesa. Platos muy elaborados, adaptados al paladar argento. El interior del salón tiene mesas vestidas y la enorme barra muestra una antigua vitrina que alberga cientos de botellas.


Y en esta cuadra tan variada, tampoco podía faltar una buena pizzería. “The pizza” ofrece productos gourmet de fermentación natural, elaborados con blends de harinas orgánicas. El salón es amplio, con boxes y mesas tanto adentro como en la vereda también.


Cruzando el boulevard, lleno de glamorosas plantas “colas de zorro”, se encuentra “Nápoles”. El interior del salón, de unos cincuenta metros de largo, huele a pasta fresca y a pan recién amasado. Durante las mañanas se amasa el pan a la vista de los clientes y por las noches es el turno de la pasta y las pizzas. Cada una de estas tres especialidades tiene su barra. Tiempo atrás, el local era un anticuario, por lo que la ambientación es digna de ver: viejas bibliotecas, un caballo de madera, metegoles y bicicletas se entremezclan en las mesas iluminadas, aún a plena luz del día, con velas y candelabros. La oferta gastronómica es bien “tana”: burrata y entremeses acompañan las pastas y las crocantes pizzas. También ofrecen carnes y productos de pesca. El paseo por la zona no es sólo gastronómico: luego de disfrutar una buena comida se puede comprar todo lo que se ve en el anticuario. Desde un mínimo adorno hasta un auto, pasando por ropa nueva y usada de primerísimas marcas.


Sin dudas, la Avenida Caseros tiene muchos atractivos históricos y culinarios que te invitan a recorrerla.