Alfredo Alcón

Alfredo Félix Alcón Riesco, nació en la localidad de Ciudadela, Buenos Aires,  el 3 de marzo de 1930.​ Fue el único hijo de Elisa Riesco y Félix Alcón, un matrimonio de clase trabajadora.​ Tras la muerte de su padre, cuando Alfredo tenía apenas cinco años, la familia se mudó a una casa en el Pasaje El Carpintero, en el “Barrio de las mil casitas”, en el porteño Liniers.​ Como su madre trabajaba en una fábrica de medias, al niño lo cuidaban sus abuelos.


Luego comenzó sus estudios secundarios en el colegio industrial Cardenal Cisneros, situado en la Av. Montes de Oca 745, en el barrio de Barracas, pero decidió abandonarlos para anotarse en el Conservatorio de Arte Dramático ubicado por ese entonces en French 3614 del barrio de Palermo.


Su pasión por el teatro comenzó desde muy joven, influenciado, en gran parte, por el gusto que le daba interpretar los textos de Shakespeare, que descubrió gracias a un tío, propietario de una importante y vasta biblioteca. Aunque esa pasión, al principio, se vio teñida de la desconfianza de sus primeros maestros en el Conservatorio debido a su timidez e introspección.


Alcón si bien comenzó a trabajar en Radio Nacional, tuvo su primer papel actoral junto a Mirtha Legrand, en la película “El amor nunca muere”, dirigida por Luis Cesar Amadori, en 1955.


Si bien su debut recibió todas las críticas de la prensa, lo cierto es que con los años, aquel actor que los medios señalaban como “un fracaso que imita a la perfección a los muñecos de vitrina”, logró demostrar su talento, y ocupar el privilegiado lugar de ser uno de los más grandes y versátiles actores argentinos, reconocido incluso a nivel internacional.


Participó en más de cincuenta películas, entre ellas: “Un guapo del 900”, “Martín Fierro”, “El santo de la espada”, “Boquitas pintadas”, “Nazareno Cruz y el lobo”, “Pubis angelical”, y “Últimas imágenes del naufragio”, entre otras.


Fue dirigido en teatro por Margarita Xirgu, Osvaldo Bonnet y Omar Grasso, entre otros grandes directores, e interpretó a los dramaturgos más destacados, como William Shakespeare, Federico García Lorca, Arthur Miller, Tennessee Williams, Henrik Ibsen, Eugene O’Neill y Samuel Beckett, en las más de cuarenta obras que realizó.


Su trabajo se dividió entre la Argentina y España, país en el que también se destacó con sus interpretaciones y en el que se desempeñó con confianza y soltura por su ascendencia española (una de sus abuelas era andaluza y la otra castellana), logró el acento ibérico y fue aclamado por el público local.


Se interesó en la dirección de teatro y, hasta sus últimos días, trabajó incansablemente en la obra “Final de partida” de Samuel Beckett junto a Joaquín Furriel, en 2012.


Alfredo Alcón fue admirado, respetado y querido por todos sus compañeros tanto por su talento como por su calidad humana. Compartió escenas, tablas y amistades con los más grandes actores y directores del espectáculo local, como Rodolfo Bebán, Norma Aleandro, Leopoldo Torres Nilson, Leonardo Favio.


Fue reconocido con cuatro Premios Cóndor de Plata, el Premio a la Trayectoria, seis Martín Fierro, dos Quinquela Martín, el Premio al Mejor Actor del Festival Internacional de Cine de Cartagena, dos María Guerrero, el García Lorca (España), el ACE de Oro y el Estrella de Mar de Oro, el Gran Premio de Honor de la Fundación Konex y el Premio a la Figura Latinoamericana, entre otros, y fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, en 2002.


El 11 de abril de 2014, a los 84 años Alfredo Alcón, falleció en su casa de Buenos Aires tras una complicación respiratoria, hacía pocos meses había tenido que ser operado  por una infección intestinal. En el momento de su fallecimiento, se encontraba en plena fase de rehabilitación.


Sus restos fueron velados en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación Argentina.